¿Qué aportarías a la compañía?, ¿cómo te definirías?¿por qué deberíamos contratarte?,o ¿cuál es tu música preferida? son preguntas que te pueden llegar a hacer en una entrevista de trabajo. Y, aunque lo recomendable es llegar a la cita preparado y tranquilo, todos los expertos consultados recomiendan responder de manera honesta y sincera, y comportarse de forma natural.
Las reglas básicas para encarar una entrevista de trabajo son bien conocidas:puntualidad, sinceridad, motivación, atuendo adecuado, ir informado, etcétera. Pero, aún así, cuando llega el momento de plantarse cara a cara con un seleccionador nos sentimos como en un examen cuando, según explica Sergio Hinchado, sénior manager de una conocida consultora internacional, «los reclutadores no citamos a los candidatos para descartarlos, sino para seleccionarlos para un puesto». Y en este trance (para el aspirante) la mejor fórmula para salir airoso es el entusiasmo. Los expertos creen que la motivación es la mejor de las respuestas. Eso sí, tiene que ser real, porque cuando se finge el reclutador suele darse cuenta.
También es esencial ejercitar la capacidad de escucha. Nuria Rius, directora de servicio de una gran ETT, sabe, por experiencia, que en alguna ocasión el candidato está tan nervioso o desconfiado que no atiende a lo que se le pregunta. «Hay veces que te contestan con otra pregunta e incluso hay quien se ha llegado a dar cuenta de que se había equivocado de entrevista de trabajo en ese momento». Estar pendiente del cuestionario y concentrado en la situación puede librarte de caer en alguna de las estrategias que muchos reclutadores utilizan para confirmar que cuentas con los conocimientos y las aptitudes que señalas en tu currículo. Por ejemplo, hay veces que el seleccionador cambia de idioma en el transcurso de la conversación para asegurarse de que realmente controlas esa lengua. Otras veces intercalan preguntas profesionales con otras de carácter personal para garantizar que el candidato está diciendo la verdad.
Una de las fórmulas más utilizadas por los seleccionadores es el uso de las preguntas encadenadas para comprobar que ese profesional está actuando de manera espontánea. Porque, si bien es cierto que a una entrevista hay que ir preparado e informado, también lo es que los reclutadores saben distinguir a aquellos que vienen con el discurso ensayado.
‘Anecdotario’
Hay ocasiones en las que el reclutador no necesita utilizar ninguna treta para vivir experiencias curiosas durante la entrevista. Algunos cuentan que, alguna que otra vez, han tenido que entrevistar al aspirante a un puesto con sus padres como acompañantes. «Esto demuestra poca autoestima y cierta inseguridad», advierte Íñigo Fernández, executive manager de una consultora internacional.
Decorar el currículo tampoco es la mejor de las estrategias porque, en el instante en que se aborden los temas en los que has exagerado, saldrá a relucir esa mentira. O no, pero si al final consigues el puesto tendrás que justificarte.
Tampoco es aconsejable marear la respuesta ante una pregunta incómoda. Hinchado aconseja afrontar estas cuestiones con madurez y explicar las razones que fomentaron esa situación y sus consecuencias. Por ejemplo, si te echaron de tu anterior empresa y te preguntan por los motivos no tienes por qué engañar. Los expertos recomiendan «tratar el tema de una manera natural y reconocer que has aprendido de la experiencia». Nuria Rius recomienda tratar el asunto de manera neutra: «Hay que abstraerse un poco porque puedes haber pasado por una situación profesional mala, pero cuando te preguntan debes ser honesto sin hacer quedar mal a tu antigua compañía ni a tus anteriores compañeros. Hay que tomar distancia».
Hinchado también denuncia que en España hacemos un uso abusivo de la excusa. Considera que nos cuesta objetivizar y aceptar ciertos ‘fracasos’.
Competencias
Seguramente durante la entrevista muchas de las cuestiones se focalicen en las aptitudes del candidato. En este sentido, hay veces que los seleccionadores lanzan preguntas de carácter técnico para obtener respuestas creativas, que aporten imaginación y estudiar, de paso, la capacidad analítica del aspirante.
«Las compañías solicitan ahora el perfil propio, profesionales con el gen de la firma». De ahí que la innovación sea un valor al alza. Sin embargo, «también hay muchos perfiles de carácter publicitario que te presentan currículos originales que llaman la atención». Y ya no son sólo exclusivos de los profesionales del márketing, sino que también hay otro tipo más árido, como el de los ingenieros, que se están lanzando a diseñar su carta de presentación de la manera más creativa que encuentran.
En cualquier caso, aunque ahora los currículos más visuales e innovadores sean los que seduzcan, son el título, el dominio de idiomas, la movilidad geográfica, la versatilidad, el manejo de redes sociales, la iniciativa y estar preparado para el cambio las competencias que se exigen en un profesional. Las compañías no quieren a empleados que sólo cumplan órdenes. La mayoría de multinacionales busca perfiles que estén orientados a resultados, sean flexibles, tengan iniciativa propia y sepan adaptarse al puesto. Y, por supuesto, sepan tomar decisiones acertadas y a tiempo.
El manejo de los nuevos dispositivos y el entorno 2.0 también es imprescindible. Los expertos en selección coinciden en que en puestos que no requieren específicamente habilidades tecnológicas, las compañías no suelen ser muy exigentes siempre y cuando exista una base mínima, que pasa por el dominio de las herramientas office, amén de estar familiarizado con la Red y las nuevas plataformas de comunicación online. Sin embargo, todos estos puntos a favor se pueden pasar por alto si en la entrevistas haces un mal papel.
A evitar
Ir poco informado, no prepararse bien el encuentro con el reclutador, no reflexionar sobre los puntos fuertes y débiles, no saber demostrar los valores que le hacen distinto o presentarse con una actitud soberbia o insegura son factores que garantizan el fracaso en una entrevista de trabajo. Como también lo es adelantarse a las preguntas del seleccionador y relatar tus logros profesionales antes de que el reclutador tome la palabra.
Hablar en exceso puede ser contraproducente, como también lo es contestar sólo con monosílabos. La entrevista es un filtro con el que se pretende conocer al candidato, por lo que lo ideal es dar respuestas cortas y adaptadas a la pregunta.
Tampoco es recomendable indagar sobre la retribución, los beneficios sociales de la empresa o los horarios y las vacaciones durante esta cita, pues todavía no tienes garantizado el puesto y no crearás buena impresión. A no ser que estas dudas surjan durante la conversación. Porque sí es aconsejable preguntar al reclutador sobre el funcionamiento de la compañía, pero con cierta mesura y con motivos.
En toda entrevista siempre llega un momento en el que el ambiente se relaja y la conversación puede volverse más distendida. Llegados a ese punto, evita actuar con familiaridad y tratar al seleccionador como un colega. Porque no lo es y preguntas como ‘¿cuánto tiempo llevas aquí?’ o ‘¿qué tal se trabaja en esta empresa?’ sobran. Tampoco es bueno actuar con impaciencia. Una entrevista laboral suele durar, de media, una hora y media durante la cual el proceso puede pasar por diferentes fases tales como pruebas psicotécnicas o de idiomas. Preguntar por la hora a la que terminarán no te deja en buen lugar.
La entrevista es el último escalón en tu ascenso a un puesto de trabajo. Es el último esfuerzo y un reconocimiento a tu currículo. Por eso, intenta prepararte muy bien para asegurarte el empleo.
vía:Expansión.com
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